"Este estudio provee evidencia de que el ejercicio no
solo afecta el gasto energético, sino que también podría afectar la
forma en que las personas responden a las señales alimentarias", señaló
en un comunicado de prensa de la Universidad de Brigham Young (BYU) el
profesor James LeCheminant.
Para llevar a cabo el estudio,
investigadores liderados por Bliss Hanlon, ex estudiante de postgrado de
la BYU, midieron la actividad cerebral de 18 mujeres de peso normal y
17 mujeres obesas mientras observaban 120 fotografías de comida. Las
mujeres también observaron 120 fotografías de flores para servir de
"control" o comparación.
Las medidas cerebrales se tomaron dos
veces. La primera evaluación ocurrió una hora después de que las mujeres
caminaran a paso vivo en una cinta durante 45 minutos. Una semana más
tarde, los investigadores midieron la actividad cerebral de las mujeres
una vez más una mañana en que no hicieron ejercicio. En ambos días, las
mujeres registraron su ingesta alimentaria y actividad física.
Las
mujeres mostraron mucho menos interés en la comida tras el ejercicio,
hallaron los investigadores. También anotaron que las mujeres no
comieron más el día que hicieron ejercicio para "compensar" por las
calorías que habían quemado.
"Deseábamos ver si la obesidad
influía sobre la motivación alimentaria, pero no fue así", señaló
LeCheminant. "Sin embargo, estuvo claro que la sesión de ejercicio tuvo
que ver con la respuesta neural a las fotografías de comida".
Los
investigadores dijeron que se necesita más investigación para
determinar cuánto tiempo dura la reducción en la motivación por la
comida tras una sesión de ejercicio, sobre todo si la gente participa en
regímenes de ejercicio a largo plazo.
El estudio aparece en línea y en la edición de octubre de la revista Medicine & Science in Sports & Exercise.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTE: Brigham Young University, news release, September 2012
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